I - Buscando ámbitos de complicidad¿Aumentan las sectas todavía? Durante un tiempo, a través de los medios de comunicación, tuvimos conocimiento de una creciente proliferación de sectas religiosas o seudorreligiosas.
Quizá algunas hayan seguido creciendo y otras se hayan disuelto. Es sabido que la palabra secta es equívoca, porque significa
"grupo de seguidores" y, por tanto, se podría aplicar a una infinita variedad de agrupaciones, a veces importantísimas, a veces minoritarias. Para montar una secta se necesita, por tanto, un líder lo bastante sugestivo como para atraer a gente que siente la necesidad de
"otra cosa".Como con frecuencia esta "otra cosa" es más bien confusa, pero proporciona a quien se apunta a ella un sentimiento de privilegiado, la liberación de normas que se consideran represivas, es comprensible que sus dirigentes se dirijan a captar a gente joven o a personas que tienen dificultades de adaptación a su núcleo familiar o social.Es bastante frecuente, y lógico, que se pida al aspirante a pertenecer a una secta que rompa los vínculos con aquellos núcleos. Es un modelo que lleva a pensar en los tiempos medievales, cuando las grandes religiones --no solo la cristiana-- se fragmentaron en varias ramas, y la mayoría de disidentes argumentaban que su creencia era la auténtica, la pura. En cambio, pienso que en tiempos modernos han aparecido bastantes sectas con mucha menos base doctrinal y basadas, principalmente, en una oferta psicológica.
Más que crisis religiosas que lleven a la secesión, de un tiempo a esta parte hay crisis de identidad personal. Hay jóvenes que se sienten muy incómodos en su ámbito. Así como hay
okupas que han decidido serlo no porque no tengan donde vivir, sino porque les es insatisfactorio el ambiente familiar, hay gente que busca en una secta o su equivalente una salida a una frustración. Buscan una comunidad ilusionadamente fraternal y no se dan cuenta de que aceptan otros condicionantes.
Es innegable que la sociedad actual es dura, y que para un sector de la juventud no tiene los estímulos ni las esperanzas que son deseables. La capacidad de decisión individual se ve restringida. ¿Se podría organizar un frente crítico contra la situación? Sería aconsejable, pero a veces es más fácil marginarse que luchar.
Y no olvidemos que es propio de los jóvenes fortalecer su identidad a través de una complicidad. Y la buscan --aunque el resultado final no sea feliz.
Oscar GeromettaEl Periòdico.comII - El 666 y las lecturas de las Escrituras.Cuando publiqué en 1995
"Aproximaciones al Fenómeno de las Sectas" definí 3 puntos de reflexión teológica en torno al esquema conceptual de los grupos de comportamiento sectario, que se aplican a los grupos de origen cristiano:
-El subjetivismo religioso.
-El individualismo.
-La lectura heterodoxa de los textos sagrados.
Ya en aquel momento señalé que estas lecturas heterodoxas en el ámbito del cristianismo, entre las que destacaba la lectura fundamentalista y la lectura ocultista, no son un privilegio del cristianismo, sino que se trata de un fenómeno "que podríamos llamar más genéricamente como
"lecturas aberrantes de textos sagrados" y que se dan hoy en casi todas las religiones: islamismo, budismo, bramanismo, etc.
La base de estas lecturas aberrantes está en
alejar al lector del contexto real en el que fue escrito y para el que fue escrito un texto sagrado (el autor y sus destinatarios),
para poner el texto al servicio de interpretaciones totalmente caprichosas. De ese modo un texto al que se le da una autoridad singular sobre la vida de los creyentes, un texto sagrado, puede decir lo que su presentador quiere que diga.
Un ejemplo lamentable de este tipo de lecturas aberrantes y desmañadas lo hemos visto en las últimas semanas en el seno del grupo conocido como Creciendo en Gracia, liderado por José Luis Miranda.
En uno de sus sermones, Miranda mostró sus brazos tatuados "666" y "SSS" y se presentó a sí mismo como el Anticristo. Esto generó una serie de repercusiones del más variado tenor, en las que tanto el texto bíblico como las mismas palabras de Miranda fueron interpretadas parcialmente de acuerdo a la subjetividad de cada lector y sin la más mínima objetividad.
Miranda generó esta discusión con una interpretación muy personal del texto de Ap 13:18 que dice así: "¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia: pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666" (utilizo aquí la versión de la Biblia de Jerusalén).
Este texto ha dado lugar a un sinnúmero de interpretaciones y a la leyenda o convicción de muchos cristianos que el 666 es el número del anticristo. Pues bien, si leemos objetivamente el texto, no es así.
En primer lugar porque el términio "anticristo" no pertenece al libro del Apocalipsis. El autor del último libro de la Biblia cristiana no utiliza en ningún momento esta palabra. Primera consecuencia: 666 no identifica al Anticristo.
En segundo lugar, porque es muy posiblemente que el texto original no dijera 666, sino 616. De acuerdo a los últimos descubrimientos arqueológicos sobre este texto, la copia más antigua con la que contamos en la actualidad (es de finales del siglo III o principios del IV) dice que el número de la Bestia es "616" y el 666 tan popular obedecería a un error de copia posterior (véase al respecto un interesante artículo en castellano de Gerardo Jofré).
En tercer lugar, porque el libro del Apocalipsis fue redactado en griego, y por lo tanto "666" (aún cuando acabo de decir que no sería la cifra de la bestia) no puede dar lugar a "SSS" (Salvo Siempre Salvo, el lema de Creciendo en Gracia).
En griego no se pronuncia "seis, seis, seis" ni "six, six, six", sino... "hex, hex, hex". Pero además, en realidad el manuscrito griego se lee "hexakosiai deka hex", traducido al castellano: "seiscientos dieciseis", a lo sumo "seiscientos sesenta y seis", asumiendo el error de copia posterior.Consecuencia, en el convencimiento unánime de los estudiosos del texto bíblico, la cifra 616 está señalando a una persona contemporánea de los cristianos que vivían en el Imperio Romano a fines del siglo I, que podría ser Nerón o Calígula, pero que en ningún caso se llamaría Miranda..Pero lo importante, más allá de la interpretación que merezca un versículo del libro del Apocalipsis (un seguidor de Miranda me escribió afirmando que se refería al Apostol Pablo ¿?), lo que debemos rescatar de este desdichado suceso creo que son otras cosas:
-La verdadera religión es aquella que conduce a las personas a su madurez y plenitud, no la que las esclaviza y aleja de su racionalidad.
-La actitud de los seguidores de Miranda que aceptaron esta interpretación alejada de toda lógica es sumamente preocupante pues los introduce en un mundo de subjetividad en el que ninguna razón es valedera más allá de la palabra del líder.
-El análisis del fenómeno sectario requiere de una sociedad madura y culta, que no caiga en la trampa de la discusión superficial.
Es tan nocivo el discurso de Miranda, como el de aquellos que lo satanizaron o discriminaron en función de las creencias. Lo nocivo es la manipulación (sea consciente o inconsciente), es el sometimiento de la inteligencia y voluntad de sus seguidores (aún cuando sea voluntario); no lo que cree por disparatado que pueda parecernos a nosotros.
A nuestra cultura occidental aún le falta mucho por recorrer para poder asumir el desafío que significan las sectas. Si 2000 años de cristianismo no han logrado que podamos interpretar razonablemente los textos fundantes de nuestras creencias religiosas, esto nos indica que como colectivo estamos a merced de cualquier interpretación aparente que pueda cautivar con su carisma las voluntades de los creyentes.
En lo personal creo que la solución no es la autoridad, sino la educación y la formación en todos los niveles de nuestra sociedad. Necesitamos leyes, pero en una cultura democrática y de respeto de las diferencias, antes que leyes necesitamos educación.
Oscar Geromettahttp://infosectas.zoomblog.com/